El predio donde la Asociación Entrerriana de Astronomía tiene su observatorio fue colmado para mirar el eclipse total de luna. Unas 1.500 personas se reunieron en torno de los telescopios para ver cómo el satélite se teñía de rojo. Los que madrugaron el lunes 28 de setiembre de 2015 se sorprendieron con una enorme luna colgada en el firmamento. Los que aguantaron despiertos en la noche del domingo mirando al cielo pudieron observar cómo la tierra iba ocultando a su satélite natural, para darle un aspecto rojizo poco antes de la medianoche.
La invitación era a las 22, pero para esa hora ya había más de 300 personas en el predio del observatorio astronómico. El coro de grillos vio turbado su canto nocturno con el fluir de vehículos que se fueron estacionando a los costados del camino, ocupando desde la Escuela Normal Rural Juan Bautista Alberdi hasta la tranquera campo adentro, donde se alza la cúpula con su abertura hacia el espacio. Los más precavidos llevaron sus reposeras, alguno andaba con una conservadora y no faltaban los del termo debajo del brazo. Se formó una gran fila para entrar al pequeño edificio y otras para mirar la luna de cerca con un telescopio, binocular o monocular dispuestos en el predio y coordinados por los integrantes de la Asociación Entrerriana de Astronomía (AEA) que continuamente corregían el ángulo según la rotación de la tierra. Chicos con sus linternas, gente que se encontraba de casualidad y otros que se buscaban a los gritos cuando la luna comenzó a quedar oscura, y el campo de Oro Verde también. Además de los telescopios en el césped, varios fotógrafos aficionados llevaron sus cámaras que montaron en trípodes. Entre ellos se entablaban diálogos sobre lentes y objetivos necesarios para captar el fenómeno celeste de la mejor manera.
La mayoría estaba ahí por primera vez, atraídos por una invitación en las redes, en los medios, o por insistencia de alguna amistad. Mariano, de 38, se enteró por la tele y llevó a sus hijos de 14 y 16. Sergio acompañó a su esposa. Leo y Pablo, del pueblo Los Charrúas, cerca de Concordia, son estudiantes de Agronomía que viven en la localidad, vieron el anuncio en un portal y se acercaron con sus bicicletas. Los niños son los más impacientes, pero mientras se forman las hileras para mirar, el ocultamiento lunar se observa a simple vista. Algunos de los telescopios ofrecían una escalerita para los más chicos, y sobre la pared del observatorio se proyectaba en vivo lo que captaba uno de los aparatos con una cámara incluida.
Luis Pablo Trumper, Presidente de la Asociación Entrerriana de Astronomía, dio la bienvenida a la gente y, ayudado por un puntero láser, explicó de qué se trata esta «luna ensangrentada». La gente aprovechó para sacarse todo tipo de dudas sobre el espacio exterior ?desde las últimas novedades sobre sondas exploradoras, descubrimientos y sueños de colonizar otros planetas, hasta posibilidades de encontrarse con vida inteligente más allá de nuestra galaxia?, que Trumper contestaba apasionadamente.
Cerca de las 23, la luna se mostraba como una carita oscura con sobrero blanco. «Parece el Papa con el gorrito en la cabeza», le comenta un padre a sus hijos. En una de las filas, lo universal dejaba paso a las necesidades mundanas, y una madre con su hija comenzaban a planear la cena tardía.
«Hay salchichas pero no hay pan de Viena, aunque tenemos tarta de pollo para hoy y para que te lleves mañana a la facultad», le decía la mujer. Pasadas las 23, creció un aplauso espontáneo que se expandió como una ola entre todos, con el satélite sombrío.
Según la AEA, unas 1.500 personas pasaron por las instalaciones de Oro Verde el domingo a la noche, batiendo un récord de público en ese lugar. Antes de la medianoche, muchos emprendieron la retirada, quedando hasta la 1.30 aproximadamente los más fanáticos y noctámbulos, admirando el espectáculo de tono rojizo que nos brindó la alineación del sol, la tierra y la luna.
Motivos de un fenómeno
Luis Pablo Trumper, presidente de la AEA (Asociación Entrerriana de Astronomía) y director del observatorio, analizó los motivos de semejante expectativa frente al eclipse: «Es impresionante la cantidad de gente, por supuesto que ayuda que la noche realmente está despejada y el clima es agradable. El horario es más o menos generoso, porque hay veces que la totalidad del eclipse se produce a las 3 o 4 de la mañana, y obviamente es más incómodo para el público. Y a todo esto ha ayudado la promoción que se ha hecho tanto a nivel local, como nacional y mundial: se está hablando mucho de esto a través de las redes sociales», conjeturó. «Es un eclipse particular porque la luna se encuentra en el perigeo, o sea en su punto más próximo a la tierra, por lo tanto además de producirse el eclipse se la puede ver un poquito más grande. Y nosotros aprovechamos estos encuentros para promocionar nuestras actividades y hacer conocer el observatorio, porque viene gente que nunca lo ha visitado antes aunque abrimos regularmente las puertas al público los sábados. También es el resultado, pienso yo, de la constancia, de todas las personas y el grupo humano que ha trabajado en la AEA desde su fundación, hace casi 40 años», agregó. «Creo que la gente se está interesando mucho por la astronomía en general. Internet y las redes han ayudado mucho a fomentarla. Estamos viviendo, te diría, otra década de oro en la exploración espacial, en donde uno permanentemente recibe noticias de naves espaciales que están llegando a cometas, a Plutón, hay una sonda que está descubriendo nuevos planetas fuera del sistema solar, cada vez más parecidos a la tierra. El sector privado también está comenzado a participar y dentro de poco vamos a ver turistas en el espacio. Esto se va retroalimentando, y lo que tal vez años atrás hubiera pasado más inadvertido ahora es como que la gente está enganchando, y aprovecha no solamente para ver la luna sino para conversar con nosotros, hacernos preguntas sobre diversos temas. Todo el mundo está muy estimulado por esta información, que evidentemente fomenta y hace que la gente quiera venir», comentó Trumper.